Me había divorciado un año antes, y me encontraba en una situación sentimental muy complicada. No había conocido otro hombre, y por lo mismo, llevaba un buen rato sin follar. Conseguí empleo para mantener a mi hijas, por mi trabajo, me mandaron a un congreso en la ciudad donde vive mi hermano, él está soltero. Le pregunté si podía quedarme en su casa los tres días que duraba el congreso y dio que sí.
Todo transcurría con normalidad, y nada raro había en el ambiente. Él pidió la cena, por que llego tarde de su trabajo, y nos pusimos a platicar, abrió una botella de licor, me invito un tragó, así empezamos a beber los dos. Me emborrache y él igual, pero no tanto como yo. Se dio cuenta de eso, y me pidió que ya no tomará, trataba de quitarme la botella, y yo no se la quería dar, se levantó de la silla y me abrazo por atrás para quitármela. Me dio un arrimón por las nalgas, y yo lo empuje con mi espalda, se sentó en la silla, pero al hacerlo, me tomo de la cintura y me jalo, sentándome en sus piernas con una de su mano en una de mis nalgas.
Yo lo voltee a ver, y lo besé. Cuando reaccione, me di cuenta que estaba mal, y me aleje de lo apenada, dirigiéndome a su balcón, él llegó y me abrazo por la cintura, me preguntaba que por que lo hice, y yo le decía que no sabía. Pero me la empezó a tallar por mi culo y me decía cosas, que me empezaron a poner cachonda, y por mi situación sentimental complicaba las cosas.
Él me beso, estando a mi espalda, me empezó a levantar el vestido y se bajo la cremallera, se saco su verga que ya estaba bien erecta. Desde ahí, ya no hubo marcha atrás, me hizo a un lado mi calzón, y me la ensartó, ahí mismo en su balcón.
Aquello era una locura, me tenía bien ensartada, y yo lo estaba disfrutando. Entre mis gemidos le decía que parara, que eso estaba mal por que éramos hermanos, pero eso al cabrón no le importaba. Me confeso que desde hace mucho me tenía ganas, pero por el hecho de ser hermanos no se había atrevido a decirme, y de un momento a otro, yo solita me empecé a mover. Nos fuimos a la cama, y ahí me follo como no tienen idea. Cuando desperté, vi la tontería que habíamos hecho, pero esa misma mañana, volvimos a follar. Todos esos días que me quedé en su casa, fue de puro follar, ya sin moral, sin pudor.
No me juzguen por lo que confieso, por que sé que está mal, pero el hecho de que sea mi hermano es lo que me prende. Ahora, cada que viene a verme a mi casa, trae regalos para mis hijas y para mí, pero en la noche, me come bien rico.
Incluso, en una ocasión, estábamos en la cocina y mis hijas viendo la TV en la sala, me follaba bien rico en la cocina, yo nada más, miraba hacía la sala deseando que mis hijas no vieran lo que hacía con su tío, y por fortuna no se dieron cuenta. Y pues, ya es como si fuera su mujer jejeje. Saludos.