Lincy Acosta

Recordando la lluvia sobre el mar

0
Anonymous
May 21, 2021 11:03 AM 0 Answers
Member Since Jan 1970
Unsolved Solved Mark as Solved Mark as Unsolved
Subscribed Subscribe Not subscribe
Flag(0)

Fuimos a la playa en grupo de amigos, empezó a llover y las olas parecían un campo de batalla extenso y los soldados eran gotas cayendo a miles. Nos salimos del mar a eso de las 4 y media, cuando el crepúsculo se empezaba a formar. Seguía lloviendo. Los amigos, caminaron en grupo a la carretera para esperar algún transporte, mientras que ella y yo nos subimos a la motocicleta así mojados.
- “el camino será largo” le dije.
- “No importa.” me respondió.
La autopista estaba empapada, por lo que íbamos a 40 Km/h aproximadamente, llovía transversalmente, por la fuerte brisa. Ella se recostó a mi espalda, haciéndome sentir sus grandes senos y erectos pezones, pues llevaba sólo una blusa ancha sin sostén debajo. Ella me abrazaba el abdomen, por debajo de la chaqueta y yo disminuía la velocidad aún más para bajarle un poco la mano y ponerla en mi vientre bajo, a escasos centímetros de mi erección. Le decía “Qué frío hace, ¿no?” Y en realidad le estaba diciendo “vamos a encerrarnos”.
Recordé al poeta Jaime Sabines cuando decía “Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama” Sonreí, cuando sentí su mano acariciándome por encima del Jean, pellizcándome primero con las uñas, luego más ampliamente con los dedos tratando de agarrármela, a pesar de la difícil posición y sus brazos cortos. Ella Mide 1.60, tiene un trasero increíble: redondo y empinado, unos senos grandes como mencioné anteriormente y caídos levemente pero que rebotan maravillosamente. Es lo que se conoce como una gordibuena. Tiene 22 años, pero su cuerpo es el de una mujer madura en la flor de su virtud. Le acariciaba lentamente el dorso de la mano y de vez en vez le llevaba más abajo para que me agarrara completamente, estuvimos así por 10 minutos mientras llegamos a la zona de moteles. Sin decir una palabra, me desvié y entré en uno. Dimos la vuelta por dentro al lugar y no salían los acomodadores, temía que ella se arrepintiera en cualquier momento, pues esa era la primera vez que iba a un lugar de esos. Al contrario, se pegó más a mí y me abrazaba fuerte. Un Joven llegó, y Nos indicó a cuál entrar. Parqueé dentro, esperé que el joven cerrara la puerta del garaje, me giré a ella para desabrocharle el casco, la miré a los ojos y le digo lo hermosa que está así mojada por la lluvia. Inmediato la beso apasionadamente mientras cruzamos la puerta de la habitación, y vamos quitándonos la ropa el uno al otro. Las prendas caían sobre el suelo y por consiguiente se mojaba la habitación. El lugar era muy ameno: Luces apagadas, cama grandísima de sabanas blancas, espejo en una de las paredes al costado de la cama, una silla tantra en forma de S acostada, una silla de exploración ginecológica de cojinería roja, una ducha de cristal, y el cuarto de baño al fondo.
Estábamos sólo con la ropa interior, yo Bóxer, ella con un cachetero negro de infarto, de pie le di media vuelta para que así pudiera sentir mi erección en sus nalgas mientras le iba besando el cuello, le apretaba los senos, le acariciaba el abdomen, el costado, la cadera, los muslos con mi otra mano, ella empujaba sus nalgas hacia atrás y gemía delicioso. (Disfruto enormemente la previa, el preámbulo del placer, la primera llama del deseo, la caricia lenta y suave. Me encantaba como ella gemía, y de recordarlo me produce otra erección ahora que lo escribo.) Ella empujaba sus nalgas hacia atrás y empezaba a mover sus caderas para restregar todo el tronco cavernoso de mi miembro en ambas nalgas, yo deslizaba mi palma por su vientre, levantando el cachetero negro de encajes para alcanzar su sexo, los labios vaginales estaban encapsulando lo mejor que podían toda la lubricación de su vagina pero era imposible, apenas deslicé un dedo desde arriba pasando por su clítoris sentía como se empapaba todo. Movía mi dedo hacia arriba y hacia abajo lentamente dándole especial atención a su clítoris, ella gemía de placer y suspiraba y me agarraba el antebrazo con sus uñas en agradecimiento. Bajé más mi dedo para penetrar en su vagina y poder sentir ese calor tremendo y esa lubricación preciosa que con tanto gusto quería probar, apenas metí el primer dedo ella se retorció de placer y llevó su mano atrás para sacarme la verga y masturbarme también. Con cada penetración de mi dedo, ella gemía deliciosamente y yo apretaba sus senos, y empujaba más mi cuerpo contra ella simulando un vaivén marino. Saqué la mano y me chupé el dedo para que me viera de reojo y le dije “me encanta como sabes”, seguido volví a meter mano, pero ahora con dos dedos. (A ella le encantaba que le masturbara en esa posición, ya lo habíamos hecho antes pero nunca tan ligeros de ropa)
Como dije anteriormente, me fascinan los preliminares, así que estuvimos así unos diez minutos, masturbándonos, chupando de mis dedos sus fluidos, acariciándoles las tetas, el vientre, la cadera, besándole el cuello, los hombros, mordisqueando sus orejas y sus mejillas. Mientras ella seguía apretándome, masturbándome y gimiendo en mi oído. Le di media vuelta para ponernos de frente y nos besamos, así ella sintió el sabor saladito de sus propios jugos, mientras le apretaba las nalgas con mis dos manos. Nos quitamos la ropa interior, fuimos caminando como pingüinos a la cama, me acosté boca arriba y ella se acomodó para hacer un 69. Quería probarme, me dijo. Y yo lo anhelaba más. Mido 1.75 por lo que puse una almohada en mi cabeza para inclinarme un poco y poder comerle a gusto. Olía delicioso. Tengo la nariz perfilada y me gusta meterla a lo más profundo mientras que voy chupando los labios vaginales y lamiendo el clítoris, estaba tan empapada que me sentía “haciendo burbujas de amor en tu pecera”. Apretaba sus nalgas trayéndolas hacia mi rostro y ella me respondía apretándome el pene con la mano muy fuerte. Simultáneamente me daba besitos en el glande mordisqueándolo suave, luego mordisqueaba el tronco y pasaba su lengua de arriba abajo, sin metérsela aún en la boca, le gustaba hacerme esperar. Y eso me encantaba.
Lo importante son los detalles; escuchar como gime dependiendo la intensidad del oral y el lugar exacto de la estimulación, te lleva a conseguir el orgasmo de la pareja. Cuando ella se llegó en mi boca, metí más la punta de mi nariz, la extensión de mi lengua y sentía como se inundaba todo, de sus exquisitos jugos, estaba tan abstraído que por unos diez segundos mientras ella se llegaba deliciosamente no respiré, entregándome a esa muerte efímera que nos hace eternos. Mientras se llegaba maldecía “Hijueputa” “Que delicia”, sacando su lado más reptiliano, su honestidad más salvaje. En medio de la excitación mutua, le preguntaba “Qué rico te haces mi perra”, “¿Quién es mi perra?” Y seguido le metía más la lengua para que respondiera, ella gemía y se mordía el labio para no responder (tratando de salvar la dignidad según ella) “¿Quién es mi perra?” le decía en tono de voz más alto, mientras le apretaba con los labios el clítoris. “Yo soy tu perra, papi” respondía por fin. Y se le notaba un alivio al entregarse, pues seguido se metía toda la verga en la boca en agradecimiento. Palpitaba dentro de su boca a punto de estallar, y yo empujaba con la cadera para follarme su boca, para que mi glande y su lengua se fundieran dentro de su caliente boca. Ella puso sus dos manos en mis muslos y empezó a mamar parsimoniosa y constantemente, puedo decir que escuchar el Gah Gah Gah Gah Gah Gah Gah Gah mientras se la tragaba completa, era como estar en el paraíso.
Quería llegarme en su boca, me sentía a punto de hacerlo, tenía el glande extremadamente hinchado por la fuerza sanguínea (Tengo un pene de sangre) pero más que llegarme así quería penetrarla. Le dije que cambiáramos de posición. Y nos pusimos paralelos mirando al espejo, en cucharita. Quería ver rebotar sus tetas mientras le penetraba de medio lado. Quería tener esa panorámica espléndida. Penetrarla en esa posición requiere levantar con la mano sus nalgas separándolas un poco para introducir muy despacio el glande. Aun cuando su vagina estaba suficientemente lubricada, debías ser cuidadoso pues ella era muy estrecha. Meterle la punta era un placer terrible, sentía el cosquilleo en el tronco y como se repuntaba la verga como en un tic involuntario producto de la excitación. Ella También palpitaba por dentro, sus paredes vaginales se sentían muy juntas y calientes. (Por eso es tan delicioso llegar a la penetración después del orgasmo femenino y no antes.) Estuvimos en ese jueguito de meter la puntita unos 3 minutos, y sus gemidos eran tan magníficos que yo le apretaba las nalgas fuertemente y le decía “me encanta que gimes como una perra”. Luego pasé una mano por arriba para apretarle ambos senos y ella no separaba la vista del espejo y me decía “que rico se ve la diferencia de color” ella blanca como un papel, y yo trigueño oscuro de manos grandes. (Tiempo después me dijo que quería tener un cuadro pintado exactamente, así como esa noche, una mano oscura acariciando su blanco cuerpo)
Poco a poco fui aumento la profundidad de la penetración, cuando iba por la mitad le pregunté “¿Te la meto toda?” y ella “siiiiii, métela” no terminó de decirlo cuando le ensarté toda la extensión de mis 19 Cm de carne rígida y palpitante, ella soltó un gemido de asombro y de dolor, seguidos de cortos jadeos al compás de las embestidas. Sus senos rebotaban al mismo ritmo, y yo me sentía en el cielo. Luego de esa posición, cambiamos a misionero, sus piernas flexionadas sobre su pecho, de perrito, ella boca abajo con una almohada para levantar aún más sus nalgas (Esa es su posición favorita, se da una penetración en la que el hombre tiene control total). Para no extenderme más, dieron las 10 pm y tuvimos que salir corriendo del motel pues su madre se la llevaron en urgencia médica. Así es la vida.

0 Subscribers
Submit Answer
0 Answers
Sort By:

Scroll al inicio