Debo admitir que sentir sus manos gruesas y grandes por todo mi cuerpo me encanta.
Que su verga es deliciosa, que cuando me tocó pensando en el me elevo hasta el máximo climax de placer. Me elevo mientras acaricio mis senos y aprieto mis pezones, sintiendo cómo ellos se erizan y se tornan duros.
A menudo me imagino como los jama con su lengua,como los agarra, los aprieta y los muerde mientras empapo mis yemas de saliva y los masajeo en forma de pequeños círculos que me erizan y me calientan.
Así mismo dejo caer mis dedos sobre mi abdomen y empiezo a recorrer suave y delicadamente el camino hacia mi vagina, introduciendo mi mano humedecida para friccionar mi clitoris y derretirme mientras introduzco mis dedos sin piedad.
Lo recuerdo masturbandose delicioso con su mirada pícara y pervertida. ¡Me vuelve loca!
Mientras que mis dedos entran y salen de mi vagina haciendo remolinos rápidos dentro de mi.
Lo imagino encima, dominante y arrecho... Nalgueándome, cacheteandome y ahorcandome.
Quiero que meta su verga exquisita en mi boca, fantaseo lamiéndola y agarrándola mientras que mi lengua busca el camino de llegar a sus testiculos para succionarlos y besarlos.
Me encanta sentir como su glande humedece mis labios de la excitación, mientras que con sus manos hace presión para sentirlo profundo.
Me jadeo de las ganas de sentir su verga lubricada en mi ano que comienza a ceder justo cuando me aprieta y me penetra suavemente hundiéndose en mi.
Haciendo movímientos rápidos y envistiendome con su verga mientras mi escencia se acomula a medida de sus penetraciones duras y fuertes que me doblegan a quemarme y derretirme en su infierno mientras vuelvo en si…
Suena el timbre, se acabó la hora de almuerzo.