Con mi esposa hablamos de la posibilidad de integrar a otras personas en el sexo. Convenimos en que tenían que ser desconocidos, para que no hubiesen problemas de celos. Desconocidos con los que, después de hacerlo, rompiéramos cualquier tipo de contacto.

Buscamos por grinder y tinder, cada cual por su cuenta. A los dos días me dijo que había dado con los candidatos perfectos, y que solo faltaba que yo aceptase. Se trataba de una pareja joven, unos 15 años más jóvenes que nosotros. Me pasó su celular para que viera las fotos que le habían mandado y mientras tanto me empezó a hacer una paja. Fotos de cara y nudes. La chica era preciosa, bajita, rellenita y con carita tierna. Tetas de cono, pequeñas y caídas, la vagina peluda y el culo muy grande. Y él. Él me puso celoso en cuanto lo vi. Era un flaco alto y y atlético, con facciones lindas y bien definidas, pelo largo, barba y un pene impresionante. Sus caderas estrechas hacían que se viese aún más exagerado ese pene, que era solo un poco más largo de lo normal, pero muy grueso, sobre todo en la punta. Un pene venoso que erecto se veía duro como piedra. Miraba las fotos y sabía por qué mi mujer estaba tan convencida, y me sentía celoso, casi enojado. Pero el morbo era tan fuerte que me hizo aceptarlo casi sin pensarlo.

Leí un poco de la conversación. Era una conversación con él. Decía que él y su pareja eran bisexuales, que tenían 23 años ambos. Que se habían conocido en el colegio. Y después un diálogo sobre su pene que terminaba muy subido de tono, con mi señora diciéndole que le gustaría chupárselo, que le gustaría que la penetráramos entre los dos, que le gustaría que él la penetrase mientras ella le comía la chocha a su polola. Y que estaba caliente,que estaba mojada, que se estaba tocando con sus fotos. Mi esposa mamándomelo y yo con el celular en la mano, con los celos carcomiéndome, pero más excitado que nunca. Me tragué los celos. Me quedé callado. No le hice ningún reproche para no perder la oportunidad de probar esa vagina joven, ese culo delicioso, y un poco, también, para ver cómo se comportaba mi mujer cuando tuviese en frente esa tremenda verga.