Cuando lo tácito supera lo explicito, comprendemos que la cárcel del idioma no puede limitar al cuerpo.
Tenía yo 20 años, estudiaba administración, trabajaba coordinando inventarios, Asistía al Gym, tenía una sólida relación de 3 años con una mujer mayor que me daba todo lo que pidiera en la cama. Y a pesar de ir encaminado, de tener estabilidad, de tener todo a disposición, me sentía vacío. Me sentía sin magia.
Es curioso como la vida va tornándose aburrida cuando la rutina asedia, cuando no se tiene algo que codiciar o descubrir. Ahora entiendo a los infieles, a los suicidas, a los rebeldes sin causa.
Opté por meterme a esas páginas de citas clandestinas donde turistas buscan compañía y donde lugareños buscan algo más de pasta. No me hacía falta el dinero, tampoco me sobraba, pero lo mío era curiosidad y excitación por aventuras nuevas, perderme como bohemio en lo condenado por la sociedad, ansiaba libertad, pero no tenía el valor suficiente como para mandar todo a la mierda.
Mi primer trabajo fue una pareja de República dominicana. Nada especial ni alarmante, sólo pasear en la ciudad amurallada, llevarlos a los mejores bares, caminar por centro comerciales, y luego ellos a follar al hotel y yo a mi vida tranquila. Me sentía estafado, aunque la paga no era mala por tan pocas horas de “trabajo”. (Quizás no hubo química)
La segunda ocasión, fue una francesa, me tocó buscarla al Rafel Núñez, Meriam, era lo opuesto a las francesas esbeltas y convencionales de las revista, ella era gordita y morena, pelo crespo, unas caderas prominentes, unas piernas gorditas y un culo firme como sus grandes tetas. Era similar a una mulata cartagenera pero con euros para gastar y sabía 3 idiomas. Francés, Inglés y alemán. Yo de vaina sabía hablar español y golpeado, con la marcada dicción apresurada de la costa caribe. Supe 3 días sobre su llegada así que practiqué en Duolingo lo que más pude y aprendí algunas frases. “groait me in inglish plis” yur voiz is biutiful, y más técnicas ridículas de llamar su atención.
No fue necesario, al verme con el cartelito, me sonrío y me dio dos besos, uno en cada mejilla. Y sentí su olor corporal mezclado con perfume tenue, me habló en francés y luego se echó a reír infantilmente al ver que no le entendía una verga.
Esperamos sus maletas y le brindé del agua mineral que estaba tomando, ella se tomó toda la botella y dijo Mercí, ¿nous allons à l’hôtel? sólo pensé en Mr Bean y me resulto imposible no decir- Wiii, con cara divertida sin haber entendido más que ouoté. Ella sonrío y no dijo más nada. Pedí el taxi. Se registró en el Lobby con su pasaporte y subimos. No he terminado de dejar las maletas al lado de la cama cuando esa mujer se me lanza encima como si fuera un amante que no ve hace años. Empieza a comerme la boca con unas ansias tremendas, a quitarme la camisa para acariciar mis brazos entrenados por el Gym, a sobarme el cuello, se quita su blusa y veo que no lleva brasier, sólo un top, que de inmediato se baja liberando esas tetas descomunales que sin pensarlo dos veces empiezo a mamar, se retuerce e inclina hacia atrás la cabeza de placer. Mientras empieza a cabalgarme aún con ropa. “Que mujer fogosa esta que me tocó, pienso. Hace cuanto no disfrutará de una buena verga.” Luego ella se tumba a un costado y se empieza a quitar el pantalón, yo también me quito el mío no sin antes sacar el condón del bolsillo de atrás y ponerlo sobre la cama. Sé lo que quiere, ella quiere que le coma el toto pero no tiene la más mínima idea.
Apenas le quito la tanga veo esa vagina gorda, abultada, empapada de sus jugos pegajosos y saladitos, empiezo a mamarle y esa mujer empieza a gemir y luego a gritar como puta, se retorcía, se agarraba las tetas, se daba palmadas en las piernas, me agarraba la cabeza y me la hundía más en su concha. No es secreto para nadie que el hombre se calienta más por lo audible que por lo visual. Y yo escuchando a esa perra francesa, me ponía la verga más dura que me lastimaba contra la cama, sin medía palabra di una vuelta como Blade-blade y le puse la verga en la boca que se tragó completa como la puta que era. Empecé a culiarme esa boca, sin remordimiento, le agarré la cabeza y parecía gallina comiendo maíz, en un momento Se estaba atragantando y quería sacarla, pero la retuve con violencia e hizo una arcada, pero apenas respiró, me chupó más rápido y más hondo, Increíble lo puta que es.
Cuando ya tenía la verga a estallar. Me pusé el condón y la abrí bien de piernas sobre la cama. Ella me miraba con una cara de perversión y alegría que jamás voy a olvidar. No sé cómo funciona la anatomía pero las gorditas -por lo menos con las que he culiado- se caracterizan por tener esa vagina estrecha y caliente como un volcán. Pero esta lo tenía más aún, cuando le metí la cabeza de la verga, sentí un caliente como si friccionara el látex con una presión tremenda. Que mujer más estrecha y caliente. Le di verga como por una hora, reteniendo la leche, hasta que no pude más y me saqué el condón y se los eché en las tetas. Se los esparcí con la cabeza de la verga. Ella se metió a bañarse, yo me cambié y me fui. No acepté ningún pago.